-"Muje, res, muje"
Elvio Lapartera le recordó a Escalopéndula la consigna: HAY QUE HACERLA MUGIR. Ella se explicitaba colindamente en su fementida holgazanería, pero no era de hogaza, mansa masa aprestosa a toda hora ser manoteada y deglucida; es su levación de levadura un vacilar entre casi semi-cruda, y recocinada, aún no al cabo de hornos, que en la puerta se nos quema. eso a primera mañananá, segundaga, tercerayana y cuarta entrega, antes de la media mañana, la segundona. y ya rayando el cenit, podía respirar un quedo castañeo de párpados, y ahí si holgasanar como si se le hubiese perdonado la miga. se encrespó sobre su seño malhumoroso, que le debìale, en rojo deuda, su caída en la morosidad, buenos trabazones sin llave con diarierios, mozos, porteros, madrugueras. pero lo que había sido siendo hasta ese momentáneo devaneo que le remontó de los pelos precoces, no pudo articular proheza alguna que hubiera merecido en vespertinal lancería.
-Yo no sé del sol- remozó Escalopéndula.
-Eso es lo de menor anclávale-
dijo Elvio y no asustábale-
te comento: se ve redondo
y contento
de lejos,
y en espejos,
y no se deja tocar
aunque se presta enfocar.
-¿Y hacer cosquillas?
-En cuanto a cosquillas
en las rodillas
y en las costillas
encontrarás semillas.
-"Muje, res, muje, río, así descostillamos al sol de la risa".
Elvio Lapartera le hizo un guiño de "te pasaste negra:/esa no rima/mucho me alegra/yo con vos/no miro suegra". a locrotalo Escalopéndula se animó más, ya semienterrado ese madrugar de vidrios ojosos y legañas parpadeantes.
-"Muje, res, muje, que ya se hembran tus semillas".
a lo cual, patizambo enhiesto, ya depuesto su tortuguear de linfa, apersonóse Estertor Uno de innúmeros cuernos, aun queso de orificios contables, sino no entraría en el cuarto-piso donde se llevaba a cabo y rabo la tarea empeñosa de la Martingala, justo en el punto falso meridiano que equidiscaba (ekeko asno) de Elviotro y Escalopila, en preferente intromisión de llamarada desviada, no rebotada, que es otra torta.